Educación y europeas.
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Educación y europeas.
El sistema educativo se encuentra sumergido en estos días en el conocido coloquialmente como “el diagnóstico”. Este sondeo de nivel académico y otras cosas del entorno del estudiante de primaria y secundaria que propone la consejería de educación como paso fundamental de cara a la optimización de la educación que reciben nuestros hijos.
El pesimismo y una agria resignación se palpan en el colegio. A día de hoy supone un montón de horas de trabajo que exigen su sitio incluso en los fines de semana escolares. Un conjunto burocrático que adquiere el carácter de urgente que se cuelga en la consejería a los asuntos “que vienen de Europa”. A día de hoy, cuando le quitas el serio y sensato envoltorio europeo, te encuentras a un profesor que se tira todo el sábado poniendo códigos numéricos a las ocupaciones profesionales de los padres de sus alumnos. Resulta que el padre de un alumno está jubilado. Ante la inexistencia de tal categoría en la lista de ocupaciones facilitada por la consejería, se llama a Oviedo y se recibe la siguiente respuesta “Inclúyanlo en Sin Actividad”. En Sin actividad se incluyen parados, pensionistas,… En la categoría de Empresarios se incluye al modesto ferretero y al dueño de ALSA… Uno se pregunta por la validez de unos resultados estadísticos tan genéricos, pero sobretodo, si no hubiese sido deseable otro tempo en la traducción de esta directiva y su adaptación al entorno social a estudio. Hay rumores fundados acerca de la incapacidad de la aplicación informática encargada de gestionar tan ingente cantidad de información. El programa de aplicación exige un esfuerzo horario del que los profesores no andan precisamente sobrados. Al final de la cadena, el eslabón mas débil, el alumno, sufre las consecuencias del estresado profesor y no se podrá beneficiar de un estudio que tiene la etiqueta de “europeo” pero que es puramente español en cuanto a improvisación, celeridad de aplicación, falta de criterio y consumo de recursos.
Ahora que toca elegir a los miembros del parlamento europeo, debemos mirarnos a los ojos y decidir qué papel queremos tener en Europa cuando damos por finalizada la etapa del subsidio. Una vez que los fondos de cohesión se derivan hacia los países de reciente incorporación. Ahora que nos toca devolver el préstamo, debemos pensar si queremos instalarnos en el funcionariado europeo o comenzamos a hablar como un miembro mayor de edad de la Unión Europea. Seguramente, deberíamos (deberían) explicar donde está el tejido productivo que durante años se financió desde Bruselas. Nos gastamos los fondos de cohesión y no estamos cohesionados ni en Europa ni en España.
Por esto, pasamos de puntillas por el parlamento europeo, con la secreta esperanza de que con talante y apoyo sin rechistar a las iniciativas, respetables y discutibles, que presentan los alemanes, franceses, suecos nos devuelva a aquel paraíso del dinero europeo. Hemos renunciado a aportar ideas, apenas usado tiramos a la basura el socialismo democrático, vendimos barato el estado del bienestar y Olof Palme está enterrado. Es en junio cuando podemos resarcirnos de todo ese humo de viejas batallas, cuando podemos convertir la demanda social en revolución que destrone a los caciques de pueblo. Es en junio cuando tenemos la oportunidad de demostrar a la vieja Europa que estamos aquí para colaborar. Que vamos a desmantelar el cementerio de elefantes para construir una opinión con la solvencia del estado más antiguo de Europa y la frescura del mestizaje continuo que se da al sur de los pirineos. Que vamos a votar para darle el merecido suspenso al proyecto de fin de carrera de Zapatero.
El pesimismo y una agria resignación se palpan en el colegio. A día de hoy supone un montón de horas de trabajo que exigen su sitio incluso en los fines de semana escolares. Un conjunto burocrático que adquiere el carácter de urgente que se cuelga en la consejería a los asuntos “que vienen de Europa”. A día de hoy, cuando le quitas el serio y sensato envoltorio europeo, te encuentras a un profesor que se tira todo el sábado poniendo códigos numéricos a las ocupaciones profesionales de los padres de sus alumnos. Resulta que el padre de un alumno está jubilado. Ante la inexistencia de tal categoría en la lista de ocupaciones facilitada por la consejería, se llama a Oviedo y se recibe la siguiente respuesta “Inclúyanlo en Sin Actividad”. En Sin actividad se incluyen parados, pensionistas,… En la categoría de Empresarios se incluye al modesto ferretero y al dueño de ALSA… Uno se pregunta por la validez de unos resultados estadísticos tan genéricos, pero sobretodo, si no hubiese sido deseable otro tempo en la traducción de esta directiva y su adaptación al entorno social a estudio. Hay rumores fundados acerca de la incapacidad de la aplicación informática encargada de gestionar tan ingente cantidad de información. El programa de aplicación exige un esfuerzo horario del que los profesores no andan precisamente sobrados. Al final de la cadena, el eslabón mas débil, el alumno, sufre las consecuencias del estresado profesor y no se podrá beneficiar de un estudio que tiene la etiqueta de “europeo” pero que es puramente español en cuanto a improvisación, celeridad de aplicación, falta de criterio y consumo de recursos.
Ahora que toca elegir a los miembros del parlamento europeo, debemos mirarnos a los ojos y decidir qué papel queremos tener en Europa cuando damos por finalizada la etapa del subsidio. Una vez que los fondos de cohesión se derivan hacia los países de reciente incorporación. Ahora que nos toca devolver el préstamo, debemos pensar si queremos instalarnos en el funcionariado europeo o comenzamos a hablar como un miembro mayor de edad de la Unión Europea. Seguramente, deberíamos (deberían) explicar donde está el tejido productivo que durante años se financió desde Bruselas. Nos gastamos los fondos de cohesión y no estamos cohesionados ni en Europa ni en España.
Por esto, pasamos de puntillas por el parlamento europeo, con la secreta esperanza de que con talante y apoyo sin rechistar a las iniciativas, respetables y discutibles, que presentan los alemanes, franceses, suecos nos devuelva a aquel paraíso del dinero europeo. Hemos renunciado a aportar ideas, apenas usado tiramos a la basura el socialismo democrático, vendimos barato el estado del bienestar y Olof Palme está enterrado. Es en junio cuando podemos resarcirnos de todo ese humo de viejas batallas, cuando podemos convertir la demanda social en revolución que destrone a los caciques de pueblo. Es en junio cuando tenemos la oportunidad de demostrar a la vieja Europa que estamos aquí para colaborar. Que vamos a desmantelar el cementerio de elefantes para construir una opinión con la solvencia del estado más antiguo de Europa y la frescura del mestizaje continuo que se da al sur de los pirineos. Que vamos a votar para darle el merecido suspenso al proyecto de fin de carrera de Zapatero.
seaknight- Cantidad de envíos : 44
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