El alma viva del marxismo-leninismo
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El alma viva del marxismo-leninismo
Nunca ha sido el dogmatismo el enemigo teórico principal de los marxistas. Por el contrario, hemos debido nadar a contracorriente en todo momento contra las posiciones empiristas y pragmáticas dominantes en la sociedad y en las propias filas revolucionarias; posiciones que se traducen políticamente en reformismo y oportunismo de derechas. Pero en determinados períodos y fruto de combatir erróneamente esas desviaciones, llegaron a imponerse por breves períodos posiciones dogmáticas y sectarias.
La errónea orientación de «clase contra clase» establecía dogmáticamente el enfrentamiento del proletariado contra la burguesía, considerados como un bloque granítico y sin fisuras; y que ese enfrentamiento era a vida o muerte.
Por el contrario, el marxismo-leninismo establece que el alma viva del marxismo es el análisis concreto de la situación concreta: una vez establecido con nítida claridad qué clase o clases constituyen el blanco de la revolución, es necesario analizar qué contradicciones internas tienen entre sí, qué proyectos políticos desarrollan y qué relación establecen, en torno a esos proyectos, con las otras clases sociales y fuerzas políticas en presencia.
En cada coyuntura, el proletariado, a la luz de la estrategia general, debe saber unir a todo lo unible contra el
enemigo principal encabezando y ganándose las clases populares y atrayendo a las fuerzas vacilantes o intermedias. Debe saber aprovechar las contradicciones existentes entre los enemigos y formular tácticas que concentren la lucha y golpeen al enemigo principal en el punto más débil de su proyecto político. Ése fue indudablemetne el punto de partida de la correcta política de formación de los Frentes Populares Antifascistas lanzada por la IIIª Internacional en 1935.
La orientación de «clase contra clase», que cosechó numerosos partidarios entre el movimiento anarquista
y las organizaciones trotskistas, conducía a una lucha estéril contra el enemigo «como clase» al no
elaborar una táctica científica concreta. En el terreno militar y organizativo provocó innumerables reveses,
como la masacre de los comunistas chinos en Shanghai. En el terreno político echó en brazos de la contrarrevolución a amplios sectores de la pequeña y media burguesía y del campesinado rico; y favoreció la victoria de la reacción al enmascarar y colocar en el mismo plano a socialdemócratas y nazis en Alemania, o a republicanos y los nacionalcatólicos en España.
La errónea orientación de «clase contra clase» establecía dogmáticamente el enfrentamiento del proletariado contra la burguesía, considerados como un bloque granítico y sin fisuras; y que ese enfrentamiento era a vida o muerte.
Por el contrario, el marxismo-leninismo establece que el alma viva del marxismo es el análisis concreto de la situación concreta: una vez establecido con nítida claridad qué clase o clases constituyen el blanco de la revolución, es necesario analizar qué contradicciones internas tienen entre sí, qué proyectos políticos desarrollan y qué relación establecen, en torno a esos proyectos, con las otras clases sociales y fuerzas políticas en presencia.
En cada coyuntura, el proletariado, a la luz de la estrategia general, debe saber unir a todo lo unible contra el
enemigo principal encabezando y ganándose las clases populares y atrayendo a las fuerzas vacilantes o intermedias. Debe saber aprovechar las contradicciones existentes entre los enemigos y formular tácticas que concentren la lucha y golpeen al enemigo principal en el punto más débil de su proyecto político. Ése fue indudablemetne el punto de partida de la correcta política de formación de los Frentes Populares Antifascistas lanzada por la IIIª Internacional en 1935.
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