Reflexiones sobre la música

Hablar sobre la música es algo verdaderamente complicado, porque, en lo esencial, el espíritu de la música, es algo que no puede expresarse con palabras y que está en la propia música. Todo cuanto se puede decir con palabras es algo que está por encima o por debajo de la propia música, pero que no llega a su centro. ¿Para qué me he puesto a escribir, pues? – se preguntarán ustedes. Para tratar de hacer más clara y comprensible esta situación con algunos ejemplos.

Tomemos para el caso, una paella (y aquí vale cualquier producto hecho por el ser humano). Pues bien, podemos analizarlo desde tres perspectivas. Una podríamos llamarla “desde abajo”, que vendría a ser “descomponer” la paella en sus ingredientes básicos (arroz, marisco, etc.), en su modo de preparación (utensilios necesarios, cómo se cocinan los ingredientes, etc.), en definitiva, en todos aquellos elementos que hacen posible la paella. Otra perspectiva, opuesta a la anterior en cierto modo, podríamos llamarla “desde arriba”. Puesto que la paella es un producto humano, podemos entenderla en su contexto más amplio: podemos averiguar de dónde es originaria la paella, su historia o su importancia en la dieta del país al que pertenece y, supongo, mil y una curiosidades sobre la paella. Analizar algo desde abajo, por lo tanto, supone responder a la pregunta “¿cómo está hecho?”. Analizar algo desde arriba supone responder a la pregunta “¿qué sentido tiene?”, porque el sentido de las cosas por lo general se da cuando entendemos el papel que algo tiene en el conjunto de cosas que le rodean. Por ejemplo, un semáforo sólo tiene sentido en un cruce o en la ciudad, en un determinado contexto ¿Qué sentido tendría un semáforo en mitad del campo? El sentido, o el significado, requiere de aquello que interpretamos pero también del lenguaje con el que lo interpretamos, aunque solemos darlo por sentado

Volvamos al caso de la música. Analizar “desde abajo” una obra musical supondría considerar cuáles son los instrumentos que la interpretan, que ritmos, armonías y tiempos son los que la conforman, y, en general, un sinfín de cuestiones técnicas. Analizar la obra “desde arriba” nos puede llevar a considerar desde la biografía del compositor hasta el contexto cultural en el que dicha obra se enmarca (barroco, clasicismo, romanticismo, etc.). Como hemos dicho antes, esta visión “desde arriba” es la que proporciona “sentido” a algo. Cuando alguien afirma “yo es que… no entiendo el flamenco, no me dice nada ¡me gustaría apreciarlo y disfrutarlo! pero no lo entiendo” está tratando de situar el flamenco (o el jazz, o la música balinesa o del género que sea) en relación a la música que ya conoce y que sí tiene sentido para esa persona. Sin embargo el error que comete es el de tratar de disfrutar de la música buscándole un “sentido”. Es tan absurdo como tratar de disfrutar de la paella informándose sobre el arraigo que tiene en la comunidad valenciana y su difusión en el resto de España y su fama a nivel mundial. Si usted quiere disfrutar de la paella, ¡pruébela! Y si no le gusta, pues a otra cosa. Del mismo modo, la música, ha de sentirse, si no con el gusto, a través del oído, y en el mismo momento en que la está escuchando, en caso de que le agrade, habrá dado con su sentido. Piense por un momento en la música que realmente le llega al corazón. Usted siente que “entiende” esa música, pero en el momento en que la está escuchando, si se da cuenta, está concentrado en sentir, no en entender. No hay nada que entender en el corazón de la música. Déjese llevar por ella si es que le agrada al igual que se deja llevar por el sabor de un bombón sin preguntarse el grado de cacao que lleve el chocolate o por el número de calorías que supone para su organismo (es más, si se pregunta eso mientras paladea el bombón, probablemente lo disfrute menos).

Naturalmente, no voy a decir que es absurdo saber acerca de los instrumentos o de los estilos musicales, pero esto no es sino un conocimiento que le proporcionará acceso más fácilmente a música similar a la que ya le gusta de antemano. ¿Encuentra el sonido del piano más agradable que el de la trompeta? ¿Observa que le gustan más las voces másculinas que las femeninas? ¿Se da cuenta de que se emociona en ciertos momentos de una canción y no en otros? Estupendo, pues ahí tiene una pista para continuar explorando el mundo de la música, pero siempre pasando por escuchar, y por escuchar con atención, que no es pensar en lo que escucha (ahora suena un fagot, ahora el violín), sino escuchar con todo su ser, esto es, dejándose llevar.

La música tiene la maravillosa facultad de sacar de nosotros emociones y estados de ánimo que desconocíamos que existían antes de escucharla. Puesto que es la música la que en un principio nos hace sentir así, asociamos la emoción a aquello que la originó, pero cometemos un error. La música no puede darnos sino aquello que ya estaba en nosotros. La música es especialmente hábil para sacar a la luz una sensibilidad latente que todos llevamos. Que a usted le emocione una música y no otra es probablemente algo heredado de su cultura, del ambiente en el que ha nacido y de la música que ha ido escuchando a lo largo de su vida de modo más o menos inconsciente y sin atención. Mi propósito es animarle a que en lo sucesivo, sea usted quien tome las riendas en ese viaje de descubrimiento de la música. No sea un oyente pasivo de la música como si estuviese escuchando de fondo un “hilo musical” de un supermercado, un tren o un ascensor. Escuche con atención, dejándose llevar. Escuche todo tipo de música. Puede empezar con la música similar a la que ya le agraada, como he dicho, y después aventurarse en sonidos más exóticos o diferentes. Tomese su tiempo. Si le gusta, estupendo. Si no le gusta, pase a otra cosa. Escuchar un único género de música es limitarse a uno mismo tanto como si se limita a comer exclusivamente arroz por el resto de su vida (por muchas formas que haya de preparar el arroz en el mundo), y vea que no digo que limita sus experiencias, sino que se limita a usted mismo. La música, repito, no hace sino sacar de usted lo que ya había de modo latente. Las emociones que la música le proporciona, la alegría, la esperanza, la felicidad que es capaz de sentir escuchando, digamos, la 9ª sinfonía de Beethoven, siempre han estado en usted, sólo que no se había dado cuenta. Y la prueba de que no es la música la que tiene esas cualidades es que usted sigue sintiendo esas emociones tiempo después de que la música haya terminado. La música es sólo un instrumento, un medio de comunicación entre el alma del compositor y la suya, y si es capaz de emocionarse hasta el éxtasis, puede sentirse usted orgulloso de si mismo, porque, aunque no disponga de los conocimientos, ni la técnica, ni la habilidad del compositor para crear algo así, si goza de la sensibilidad para comprender el mensaje, que, como dije al comienzo, no está hecho de palabras, sino de emociones. Si usted siente la música, la entiende. Y si la música es capaz de producir en usted una enorme emoción, permítame felicitarle. Si, como pienso y siento, la música le emociona a cada cual en la medida en que lleve en su interior sensibilidad suficiente, eso significa que lleva usted dentro de si algo tan grande, tan sublime y tan bello como la música que le hace sentir asi. La música es un viaje al interior de uno mismo, un viaje que solemos hacer con la inteligencia y el análisis, juzgándonos y, con frecuencia, condenándonos, pero que cuando lo hacemos con el corazón, resulta ser, para nuestra sorpresa, un viaje más hermoso de lo que habíamos imaginado con nuestra mente.

Si mis palabras han sido capaz de emocionarle, entonces “entiende-siente” lo que quiero decir. Ambos sabemos que no hay nada más que añadir. Ponga una buena música, y déjese llevar.

AlphaCentauri

Me da pena que a mucha gente solo le interese la parte más frívola de la música, la que te pones de fondo mientras escribes un post en un foro o mientras conduces. Igual solo soy yo quien lo observa, pero cada vez lo veo más común. Y ojo, que también es importante, el género Pop (sobre todo) está muy enfocado a estas situaciones y a hacer esencialmente música cómoda y sencilla de escuchar, que no requiere dedicarle tu atención o concentración, pero no exclusivamente... Concentración en el sentido que tú le das, no pensando "ahora entra un saxo, ahora la guitarra hace unos arpegios", sino en el escuchar dejándote llevar, pero sin tener cosas perturbando tu cabeza, estando despejado mentalmente.

Me ha gustado tu post.

Hola

Bueno, eso pasa no sólo con la música, sino con el cine, la literatura, y también la política y cualquier otro aspecto en el que el ser humano esté implicado. Cualquier actividad hecha con la suficiente pasión, integridad y sinceridad es capaz de estimular los mismos sentimientos en quienes la contemplan si hay un mínimo de apertura y capacidad de profundizar en uno mismo. Todas las creaciones "mecánicas", como hechas en serie, más que despertar a las personas, las mantienen dormidas, y ese es el propósito de sus creadores (que, en el caso de la música, no suelen ser los intérpretes).

Un saludo

AlphaCentauri