Expectativas vascas

Expectativas vascas

Comienzan ya a gotear las encuestas sobre intención de voto en Galicia y País Vasco, y con ellas el oculto morbo –convenientemente ocultado, sí: en el resumen del año de TVE, ni un segundo para nosotros en el capítulo sobre las Elecciones Generales- sobre nuestras posibilidades para colarnos en ambas cámaras parlamentarias. Las encuestas de intención de voto no son nunca neutras ni inocuas; en realidad, forman parte de la parafernalia de herramientas con las que cuentan los partidos grandes y sus grupos de presión para influir en la decisión del electorado. Naturalmente, los auténticos expertos saben –y repiten a sus clientes y confidentes- que aproximadamente el 80% del voto está ya decidido en el periodo interelectoral. Las campañas, por consiguiente, sólo decidirían el sentido del voto de ese 20% de indecisos capaces de votar en función de la coyuntura, la acción del gobierno o los mensajes de los partidos.

Si vamos al caso vasco y examinamos la encuesta publicada por el Euskobarómetro con datos de principios de noviembre, la hipótesis se confirma casi por completo. Según el equipo de Paco Llera, habría un 21% de electores vascos que todavía no habrían decidido el sentido de su voto. De estos dependería, en última instancia, que el PSE supere al PNV en escaños –en votos es muy difícil- gracias al desequilibrado sistema electoral vasco y, también en parte, que UPyD consiga entrar en el Parlamento de Vitoria.

El Euskobarómetro se mete en extraños vericuetos a la hora de analizar nuestras posibilidades, probablemente por una razón puramente política: su compromiso en el impulso de la victoria del PSE y en el desalojo del PNV. Digan lo que digan, lo presumible es que la mayor parte de los votantes de UPyD habrán votado antes o bien al PP, porque le parecía el partido más fiable en la lucha contra ETA, o bien al PSE porque el PP estaba demasiado a la derecha para su gusto. A estos debemos añadir posibles contingentes menores de exvotantes de IU, y sobre todo de nuevos votantes, abstencionistas y voto en blanco. A lo que no aspiramos, por razones evidentes, es a que muchos nacionalistas convencidos vengan a votarnos, por moderados y abiertos a experimentos que sean (aunque se recibirá con agradecimiento el voto de los despistados). En resumidas cuentas, a quienes pretenden reducir las próximas elecciones vascas a un duelo entre Ibarretxe y Patxi López les resultamos mucho más molestos que interesantes, porque dan por descontado que los nuestros serán votos robados a la alternancia socialista que impulsan. En parte debo darles la razón, porque nosotros queremos alternativa política al nacionalismo obligatorio y desde luego derrota de ETA sin paliativos ni monsergas, mientras que muchos de los de la alternancia pretenden más bien ser transversales gobernando con los nacionalistas y pastelear un nuevo proceso de paz con la ETA buena. Como ya he documentado estas afirmaciones en otras entradas de este blog, no me parece necesario volver a hacerlo. En resumidas cuentas, los escaños que consigamos en la cámara vasca apoyarán cualquier fórmula legítima de alternativa al régimen nacionalista, y se opondrán a cualquier tinglado de continuismo, sea a la vasca o a la catalana, para que todos nos entendamos.

¿Y qué posibilidades tenemos de obtener un escaño? Debido a las peculiaridades del sistema electoral vasco, que prioriza a los territorios forales sobre los ciudadanos, el voto de un alavés vale cinco veces el de un vizcaíno y tres el de un guipuzcoano (chistes aparte, porque sería más natural que un voto bilbaíno valiera trece veces más, y que los donostiarras votáramos en la civilizada Francia). La ventaja es que en Alava, que elige 25 escaños (como las otras dos provincias), el efecto es instaurar un sistema casi proporcional puro. Superando algo más del 3% de votos, es casi seguro obtener un escaño alavés. Pues bien, el Euskobarómetro nos atribuye una intención de voto homogénea del 2% (hace casi dos meses) en las tres provincias, lo que es un caso excéntrico entre los partidos que se presentan. Lo normal sería, a tenor de las tendencias electorales tradicionales, una distribución del 3’5% en Alava, con un 2% en Vizcaya y algo más del 1% en Guipúzcoa. Por este y otros motivos, las previsiones del Euskobarómetro parecen cocinadas para diluir nuestras posibilidades y jugar a favor del “voto útil” al PSE (al pobre PP se le ve muy desdibujado). Incluso Paco Llera, viejo compañero y amigo de muchas aventuras cívicas, se cura en salud declarando en una entrevista que es casi imposible pronosticar con rigor los resultados de un partido que se presenta por primera vez. Y está en alza constante -podría añadir- incluso en un sitio donde, como el País Vasco, mucha gente oculta sistemáticamente su verdadera intención de voto.

De momento, el dato innegable es que las posibilidades de obtener representación son muy altas, que confirmarlas y mejorarlas dependerá de hacer bien la campaña y que, en nuestro caso, eso significa, en primer lugar, conseguir colarnos entre las pesadas flotas de los viejos partidos y sus poderosos grupos de presión… Es decir, maniobrar bien la piragua magenta en la cumbre de la ola del cambio político. Pues manos a la obra.

http://www.bastaya.org/www2/save.php?doAction=blog_habitual&id=75&Fecha=29/1

jajajaja


Dios mio, que pena. Perdónales, porque no saben lo dicen.