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La autodeterminación.Una gran decepción.James Petras

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La autodeterminación.Una gran decepción.James Petras Empty La autodeterminación.Una gran decepción.James Petras

Mensaje  Invitado Lun 13 Abr 2009, 17:46

Quienes alcanzamos la madurez política en los años 60 creíamos firmemente que la autodeterminación de las naciones era un derecho sagrado que debía apoyarse por doquier y en todas las épocas. Existían bastantes motivos para creer en este derecho: los pueblos de Indochina, de la República Dominicana y de Cuba presentaban resistencia a las intervenciones militares de los EE.UU; el pueblo checo se oponía a la invasión rusa, y los argelinos luchaban por su independencia contra el colonialismo francés.

Últimamente, sin embargo, han surgido buenas razones para que reflexionemos sobre nuestra respuesta automática de apoyo a llamamientos a favor de la autodeterminación que podrían resultar falsos y engañosos.

En los últimos diez años algunos países viables y pacíficos como Yugoslavia se han desmembrado con un saldo de centenares de miles de muertos, personas desplazadas y vidas rotas. Los movimientos separatistas se han convertido en las garras de las grandes potencias que intentan por la fuerza establecer para sí nuevos ámbitos de influencia empleando la conocida estrategia de dividir y conquistar.

En segundo lugar, muchos de esos nuevos estados han quedado subordinados a otras nuevas potencias; la secesión de una unidad política ha sido el puente a la subordinación a otro conjunto de potencias políticas y económicas. Las antiguas naciones que formaban la U.R.S.S. constituyen el mejor ejemplo. Su independencia fue de muy corta duración, ya que se han convertido en una especie de repúblicas bananeras de Asia, dirigidas por autócratas asociados con las multinacionales petroleras y las potencias occidentales. En tercer lugar, el término `nacional' se ha hecho problemático. La mayor parte de los regímenes de Europa del Este rompieron con el Pacto de Varsovia y el CAME, para convertirse en socios subordinados de la NATO y de la Unión Europea.

Cuarto, el prefijo `auto-' del término autodeterminación es una cortina detrás de la cual se ocultan diversos actores sociales y políticos, muchos con una agenda de sometimiento social, cultural y político: Afganistán es el paradigma.

Los EE.UU, Arabia Saudí y otros estados musulmanes reaccionarios financiaron, entrenaron y suministraron armamento y dinero a fanáticos religiosos y líderes tribales reaccionarios que se dedican a asesinar a los maestros que enseñan a leer y escribir a las niñas. La posterior destrucción de un Estado laico y las cruentas
guerras tribales hicieron retroceder a Afganistán a un despotismo medieval que emplea el terror contra las mujeres y los demócratas laicos. El auto de la autodeterminación de Afganistán era claramente la antítesis de otros valores democráticos fundamentales.

Quinto, muchas de las naciones e identidades étnicas que se consideran oprimidas contienen importantes minorías. Cuando esas nacionales oprimidos llegan al poder suelen castigar a las minorías y negarles el derecho a la autodeterminación. En Kosovo la mayoría albanesa ha empleado el terror contra la minoría serbia como parte de su política de secesión, en gran medida producto de las ambiciones anexionistas de los líderes autoritarios del Estado de Albania. En Bosnia, esas prácticas también han sido comunes.

En otros países las víctimas se han convertido en opresores. Los israelíes tratan a los palestinos como ciudadanos de segunda clase; los catalanes fomentan y llevan a la práctica una política educativa monolingüe que perjudica a los hispanohablantes, casi el 50% de la población de Cataluña.
Lo que ha quedado claro con la reciente avalancha de declaraciones de independencia es la peculiar naturaleza de los apoyos internacionales.

Mientras los EE.UU. proclaman su apoyo a la autodeterminación de Bosnia, bombardean e invaden Panamá, arrestan a su dirigente, Noriega, y lo procesan y encarcelan en Miami. Asimismo, en lo que concierne a la independencia de los países de Europa del Este, los gobiernos de Europa Occidental y de los EE.UU. condenaban la dominación rusa, aunque después de producirse la liberación de las principales industrias nacionales, ahora ellos ejercen un control importante de los medios informativos y, al ser los principales acreedores, dirigen su política económica. Los nacionalistas que antes criticaban el dominio soviético han pasado a ser los súbditos eslavos de los regímenes occidentales neoliberales. Si se examina ese proceso de liberación nacional desde una perspectiva histórica más amplia, queda claro que debajo de la retórica nacionalista yace la competencia de las grandes potencias por la clientela local. En la práctica, lo que en realidad se discute es la elección de una u otra potencia hegemónica y las ventajas sociales y políticas que puedan extraer las elites nacionales para sí mismas y sus seguidores inmediatos.

Las potencias occidentales y sus clientes, los defensores de la liberación nacional, no toman en cuenta la enorme destrucción a largo plazo que suelen fomentar en países de por sí pacíficos y en desarrollo. El caso de la antigua Yugoslavia nos sirve de lección.

Alemania intervino directamente, fomentando el nacionalismo croata y esloveno, mientras que los EE.UU. lo hicieron para apoyar la secesión de Bosnia.

Los miembros de los distintos grupos nacionales que habían convivido, trabajado, contraído matrimonio y estudiado pacíficamente durante más de 40 años quedaron divididos, convertidos en sanguinarios adversarios.
La propaganda occidental fomentó el mito de los milenarios odios de los balcanes para ocultar el papel intervencionista de Occidente en la propagación de rabiosos nacionalismos. A los medios informativos se les olvidó hablar de las anteriores décadas de convivencia pacífica. Como consecuencia, la federación socialista de
provincias autónomas quedo desmembrada en una serie de miniestados que dependen de las grandes potencias, se produjo un gran trastorno económico, así como violentas venganzas entre antiguos amigos y
vecinos. Todo en nombre de la autodeterminación.

Algunos progresistas podrían argumentar que el apoyo selectivo a la autodeterminación de ciertos países por parte de las potencias imperiales de Occidente no comprometen el principio en sí, que sigue siendo un pilar de la política democrática. Esos mismos progresistas también podrían argumentar que las violaciones de los derechos de las minorías cometidas por pueblos y naciones anteriormente oprimidos no ponen en duda el principio de la autodeterminación, sino que sólo indican que se ha de ampliar y profundizar.

Contra esos argumentos sostengo que la lógica de la autodeterminación conduce a la proliferación de miniestados, cada vez más susceptibles de ser absorbidos por las multinacionales y los poderes hegemónicos.

Sugiero que no se maneje el principio de la autodeterminación como dogma universal aplicable en todos los lugares y en cualquier época.

Ha de considerarse en un sentido más pragmático y flexible, examinándose su aplicación en relación con otros valores democráticos y en el contexto del bienestar de la sociedad. Una federación yugoslava imperfecta en la que se negociaban las ventajas relativas de las distintas naciones era preferible con mucho a la destrucción, la muerte y la dependencia fomentada por los rabiosos chovinistas que siguen proclamando las virtudes de los estados independientes.

Un Afganistán laico y en desarrollo, gobernado por un régimen de izquierda apoyado por la U.R.S.S., que fomentaba la igualdad entre los sexos, la separación de la religión de la política y la reforma agraria era más desarrollado que el actual escenario hobbesiano, respaldado por los EE.UU, en el cual los patriarcas y señores de la guerra bombardean ciudades, amputan miembros de presuntos ladrones, y reducen a las mujeres al analfabetismo y la servidumbre.Entendamos que es falso el dilema entre estas dos soluciones absolutas: la autodeterminación o el sometimiento. Sobre todo, es necesario entender la naturaleza ambigua de los términos con los que se pretende definir la autodeterminación.

Es fundamental el contenido social y político del prefijo `auto-'. ¿Son los grupos que controlan el proyecto de autodeterminación patriarcas reaccionarios, chovinistas autoritarios dispuestos a quitarse el vestido típico del campesino sojuzgado para ponerse el uniforme del antiguo opresor?

El apoyo a los movimientos de autodeterminación nacional habría de condicionarse al carácter emancipador de sus dirigentes, a su tolerancia y respeto hacia las minorías, y sobre todo, a su determinación de servir al pueblo, en lugar de derrocar a los antiguos amos para convertirse ellos en los nuevos.


Última edición por Hellboy el Jue 01 Oct 2009, 19:33, editado 1 vez

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La autodeterminación.Una gran decepción.James Petras Empty Re: La autodeterminación.Una gran decepción.James Petras

Mensaje  Invitado Jue 01 Oct 2009, 19:21

Se me olvidó comentar quien es James Petras,que me consta que muchos de los aquí presentes no lo conocen

http://www.rebelion.org/autores.php?id=11

Durante la década de 60, y antes de licenciarse, James Petras (1937) fue militante de los derechos humanos y líder estudiantil en la Universidad de Berkeley, Estados Unidos. Se doctoró en Filosofía en la Universidad de California. Desde 1960 a 1973 enseñó y dirigió investigaciones en algunos países latinoamericanos, especialmente en Chile, donde colaboró con el gobierno de Salvador Allende. Luego del golpe de Estado de Augusto Pinochet, Petras fue miembro del Tribunal Russel sobre la represión en América Latina, junto a Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.

En las décadas del 70 y 80 participó activamente en el movimiento de derechos humanos que combatió las torturas y desapariciones provocadas por las dictaduras latinoamericanas, y escribió para renombrados periódicos de izquierda: Le Monde Diplomatique, New Left Review, Monthly Review. Entre 1982 y 1984 fue director del Instituto de Estudios Mediterráneos de Atenas. Petras también enseñó en la Universidad de Pennsylvania y fue director del Proyecto de Estudio del Desarrollo Latinoamericano en el Instituto de Administración Pública de la misma universidad. Actualmente es profesor en la Universidad del Estado de Nueva York en Binghamton.

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