El Sur, nuevo foco de atención de España y la OTAN
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El Sur, nuevo foco de atención de España y la OTAN
LAS AMENAZAS QUE ACECHAN DESDE ÁFRICA
África es una región emergente, y su importancia en el escenario geopolítico internacional es hoy incuestionable. Hacia el exterior, se ha convertido en el epicentro de la reorientación estratégica mundial; dentro y fuera de sus fronteras continentales, se subrayan los grandes avances registrados en las últimas décadas, en especial económicos y sociales, como principal fundamento de un futuro más próspero y estable para el continente. Frente a esta realidad, África convive con enormes amenazas para su propia seguridad, que también es la de Europa y, como señala reiteradamente el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la de toda la comunidad internacional.
Extensas regiones africanas sucumben al caos y la violencia, y la propagación de estas lacras se multiplica por efecto de la mala gobernanza, la ausencia de fuerzas eficaces de seguridad, la frustración social de una población condenada a la pobreza y el subdesarrollo, y, también, por la porosidad de unas fronteras nacionales fuera del control estatal. Además, la fragilidad fronteriza hace que todas las amenazas africanas tengan un carácter marcadamente transnacional y, por este motivo, resulta erróneo obviar la continuidad geográfica que existe entre el norte del continente y la franja subsahariana. Consecuencia de todos estos factores, y según el Índice de Paz Global 2014, la seguridad en esta región se ha deteriorado de forma alarmante en los últimos años y, entre otros aspectos negativos, esta situación provoca que los países de norte de África y del Sahel este se encuentren entre las 50 naciones con más incidencia del terrorismo yihadista a nivel mundial.
Junto a la lacra terrorista, producto del extremismo religioso de carácter salafista, el crimen organizado y los conflictos armados se erigen hoy como las principales amenazas para la seguridad africana e, ineludiblemente, también para su desarrollo. En mayo de 2013, el seminario anual del Instituto Internacional Peace Institute advertía del peligroso nexo entre estas tres amenazas, en especial cuando estas concurren en estados débiles o fallidos, y subrayaba la necesidad de encontrar soluciones para enfrentarse con éxito a los actores no estatales que, con carácter general, están detrás de cada una de ellas y las hacen aún más peligrosas y difusas. En el contexto africano, difícilmente los gobiernos nacionales y las organizaciones regionales, ni siquiera la propia Unión Africana, podrán implementar ninguna medida sin contar con el apoyo y la cooperación de la comunidad internacional, en la que organizaciones como la OTAN o la Unión Europea deben ejercer, por solidaridad y por su propia seguridad, un papel más preponderante y comprometido.
Expansión del yihadismo
En la Cumbre de Riga de 2012, los Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN reconocieron que «el terrorismo, cada vez más global en su alcance y letal en sus resultados, y la proliferación de armas de destrucción masiva es probable que sean las principales amenazas a la Alianza en los próximos 10 o 15 años», y África –a tenor de la situación actual– es la zona del mundo donde con más celeridad se está extendiendo. Según el enviado especial de las Naciones Unidas para el Sahel, Hiroute Sellasie, «los ataques terroristas en el Magreb y el Sahel –con 230 atentados registrados– se han incrementado un 60% en 2103». Además, la sinrazón yihadista está acrecentando su capacidad de captación, y ha incrementado su potencial y la crueldad de sus ataques, en gran medida como herencia perversa del desmoronamiento del régimen de Gadafi a finales de 2011. Por entonces, los recónditos arsenales libios fueron saqueados, y sus armas y municiones transitaron sin control por toda la región hasta acabar en manos de rebeldes y terroristas, desde Túnez y Mali hasta Nigeria y Somalia.
Elaborado por Jorge Mestre http://jorgemestre.com/tag/al-qaeda-del-magreb-islamico/
En Túnez, y a pesar de haber avanzado notablemente en su proceso democrático con el apoyo de los islamistas moderados, la amenaza terrorista sigue muy presente en las montañas de Chambi; mientras que Libia –a tan sólo 300 kilómetros del continente europeo– se ha convertido en el mayor y más peligroso santuario para los grupos yihadistas. Todo apunta a que, lejos de estabilizarse, Libia avanza hoy hacia el caos absoluto, más aún si se cumplen los indicios que preconizan, como señala el periodista Ignacio Cembrero, una creciente unión entre el Estado Islámico de Al Bagdadi en Irak y las milicias yihadistas
asentadas en el Magreb.
También el norte de Mali está sufriendo un repunte de la violencia terrorista en las últimas semanas, a pesar del esfuerzo desplegado por 1.600 militares franceses, en el marco de la Operación Serval, y por más de 8.000 cascos azules de la misión MINUSMA. Más al sur, en Nigeria, Boko Haram –el grupo terrorista más sanguinario de toda África– tiene en vilo a la mayor potencia económica de África, y los atentados se suceden a diario en los estados norteños del país: en lo que va de año, los yihadistas han asesinado a más de 3.000 personas, y la cifra asciende a 12.000 si nos remontamos a 2009.
Por último, en Somalia, Al Shabaab ha extendido su área de acción en los últimos años, y, aunque desde 2007 las fuerzas de la misión africana AMISOM están hostigando incesantemente a los yihadistas somalíes, estos siguen imponiendo el terror y la ley islámica en muchas zonas rurales, y todo apunta a que resistirán como una importante lacra para la seguridad regional.
(...)
Incremento de los conflictos armados
En África, los enfrentamientos violentos y la aparición de nuevos grupos armados no estatales han experimentado un alarmante ascenso. Aunque en la actualidad la gran mayoría son de carácter interno, todos tienen, como factor común, una importante repercusión desestabilizadora a nivel regional y una gran capacidad de contagiar la violencia a los países limítrofes. Detrás de todos ellos subyacen razones profundas, pero también otras más cercanas como la lucha por el poder, por la imposición del rigorismo islámico o por el control de los recursos naturales, y son capaces de poner en jaque a unos gobiernos débiles y sin fuerzas de seguridad eficaces. Y, en todos estos escenarios, despliegan hoy misiones internacionales de Naciones Unidas, de la Unión Africana y de la Unión Europea. Todos estos conflictos se producen fuera de los límites de la OTAN pero, como señala su Concepto Estratégico, pueden afectar a la seguridad aliada. Sin embargo, y como veremos más adelante, la presencia de operaciones aliadas en el continente africano es, por el momento, poco significativa.
Tropas francesas desplegadas en Mali en 2013 -Fotografía RT-
En Mali, la rebelión iniciada por los tuaregs junto con los grupos yihadistas (AQMI, MUYAO y Ansar Dine) en enero de 2012, junto con el posterior golpe de estado contra el poder central, hundieron al país en el caos y quebrantaron su integridad territorial. En la actualidad, gracias a la intervención francesa y a las operaciones militares internacionales, el país ha recuperado una cierta estabilidad, la integridad territorial y el orden constitucional.
Sin embargo, el repunte de la violencia yihadista y tuareg, junto con las continuas crisis políticas, amenazan con revertir todos los avances conseguidos hasta el momento. Por otro lado, en el Cuerno de África, el Gobierno Federal de Somalia se enfrenta a las continuas ofensivas yihadistas de Al Shabaab y a la piratería marítima en sus aguas territoriales; mientras que en la República Democrática del Congo, y a pesar del acuerdo de paz firmado con el movimiento rebelde M23 en diciembre de 2013, el lento proceso de desarme y desmovilización de todos los grupos armados no invita a imaginar un futuro pacífico y estable.
A estas situaciones se une que, en otros países africanos, se avivan los enfrentamientos sectarios y religiosos, lo que ha dado lugar a grandes matanzas y a desplazamientos forzados de millones de ciudadanos indefensos. Así, en Sudán del Sur, desde diciembre de 2013, la antigua rivalidad entre el presidente Salva Kiir y el ex vicepresidente Rieck Machar ha exacerbado el latente enfrentamiento tribal y está dinamitando la viabilidad del país más joven del mundo, independiente desde el 9 de julio de 2011. Y en el país vecino, la República Centroafricana, el golpe de Estado de Djotodia en marzo de 2013, al frente de los grupos rebeldes Seleka –de mayoría musulmana–, desató la violencia y la represión contra la población cristiana, principalmente en la capital Bangui. Como reacción, los antiguos grupos de autodefensa, se reorganizaron en las milicias “Anti Balaka” (anti machete, en la lengua local), que comenzaron a desplegar su venganza contra los Seleka y, por extensión, contra “todo lo musulmán”. Hoy, los enfrentamientos entre ambos se suceden por todo el país, y amenazan con partir en dos este convulso país africano.
(...)
El compromiso de España con África
Sin duda, el posicionamiento de España, con el apoyo de otros países aliados, ha sido determinante para que la OTAN mire, todavía sin la intensidad necesaria, hacia África: «Seguiremos insistiendo –afirmaba el ministro de Defensa Pedro Morenés – en que hay que prestar atención a todos los problemas estratégicos, en este caso de la OTAN, pero
fundamentalmente a los de más largo plazo, a los más endémicos, a los más difíciles de afrontar, que son los que provienen del sur».
Tropas españolas desplegadas en Mali, 2013 -Fotografía de El mundo-
La participación de tropas españolas en todas las misiones militares africanas de la Unión Europea, así como la iniciativa de elaborar –junto con Portugal– un plan de acción para hacer frente a la situación de inseguridad en el golfo de Guinea, constituyen hoy el principal garante del firme compromiso de España con el continente africano; y también, el argumento más sólido para persuadir a la OTAN de que es absolutamente necesario fortalecer, a través de una estrategia integral, la cooperación aliada con África.
Jesús Díez Alcalde
TCOL.ET.ART.DEM.
Artículo completo en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2014/DIEEEA39-2014_Cumbre_Gales_JDA.pdf
África es una región emergente, y su importancia en el escenario geopolítico internacional es hoy incuestionable. Hacia el exterior, se ha convertido en el epicentro de la reorientación estratégica mundial; dentro y fuera de sus fronteras continentales, se subrayan los grandes avances registrados en las últimas décadas, en especial económicos y sociales, como principal fundamento de un futuro más próspero y estable para el continente. Frente a esta realidad, África convive con enormes amenazas para su propia seguridad, que también es la de Europa y, como señala reiteradamente el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la de toda la comunidad internacional.
Extensas regiones africanas sucumben al caos y la violencia, y la propagación de estas lacras se multiplica por efecto de la mala gobernanza, la ausencia de fuerzas eficaces de seguridad, la frustración social de una población condenada a la pobreza y el subdesarrollo, y, también, por la porosidad de unas fronteras nacionales fuera del control estatal. Además, la fragilidad fronteriza hace que todas las amenazas africanas tengan un carácter marcadamente transnacional y, por este motivo, resulta erróneo obviar la continuidad geográfica que existe entre el norte del continente y la franja subsahariana. Consecuencia de todos estos factores, y según el Índice de Paz Global 2014, la seguridad en esta región se ha deteriorado de forma alarmante en los últimos años y, entre otros aspectos negativos, esta situación provoca que los países de norte de África y del Sahel este se encuentren entre las 50 naciones con más incidencia del terrorismo yihadista a nivel mundial.
Junto a la lacra terrorista, producto del extremismo religioso de carácter salafista, el crimen organizado y los conflictos armados se erigen hoy como las principales amenazas para la seguridad africana e, ineludiblemente, también para su desarrollo. En mayo de 2013, el seminario anual del Instituto Internacional Peace Institute advertía del peligroso nexo entre estas tres amenazas, en especial cuando estas concurren en estados débiles o fallidos, y subrayaba la necesidad de encontrar soluciones para enfrentarse con éxito a los actores no estatales que, con carácter general, están detrás de cada una de ellas y las hacen aún más peligrosas y difusas. En el contexto africano, difícilmente los gobiernos nacionales y las organizaciones regionales, ni siquiera la propia Unión Africana, podrán implementar ninguna medida sin contar con el apoyo y la cooperación de la comunidad internacional, en la que organizaciones como la OTAN o la Unión Europea deben ejercer, por solidaridad y por su propia seguridad, un papel más preponderante y comprometido.
Expansión del yihadismo
En la Cumbre de Riga de 2012, los Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN reconocieron que «el terrorismo, cada vez más global en su alcance y letal en sus resultados, y la proliferación de armas de destrucción masiva es probable que sean las principales amenazas a la Alianza en los próximos 10 o 15 años», y África –a tenor de la situación actual– es la zona del mundo donde con más celeridad se está extendiendo. Según el enviado especial de las Naciones Unidas para el Sahel, Hiroute Sellasie, «los ataques terroristas en el Magreb y el Sahel –con 230 atentados registrados– se han incrementado un 60% en 2103». Además, la sinrazón yihadista está acrecentando su capacidad de captación, y ha incrementado su potencial y la crueldad de sus ataques, en gran medida como herencia perversa del desmoronamiento del régimen de Gadafi a finales de 2011. Por entonces, los recónditos arsenales libios fueron saqueados, y sus armas y municiones transitaron sin control por toda la región hasta acabar en manos de rebeldes y terroristas, desde Túnez y Mali hasta Nigeria y Somalia.
Elaborado por Jorge Mestre http://jorgemestre.com/tag/al-qaeda-del-magreb-islamico/
En Túnez, y a pesar de haber avanzado notablemente en su proceso democrático con el apoyo de los islamistas moderados, la amenaza terrorista sigue muy presente en las montañas de Chambi; mientras que Libia –a tan sólo 300 kilómetros del continente europeo– se ha convertido en el mayor y más peligroso santuario para los grupos yihadistas. Todo apunta a que, lejos de estabilizarse, Libia avanza hoy hacia el caos absoluto, más aún si se cumplen los indicios que preconizan, como señala el periodista Ignacio Cembrero, una creciente unión entre el Estado Islámico de Al Bagdadi en Irak y las milicias yihadistas
asentadas en el Magreb.
También el norte de Mali está sufriendo un repunte de la violencia terrorista en las últimas semanas, a pesar del esfuerzo desplegado por 1.600 militares franceses, en el marco de la Operación Serval, y por más de 8.000 cascos azules de la misión MINUSMA. Más al sur, en Nigeria, Boko Haram –el grupo terrorista más sanguinario de toda África– tiene en vilo a la mayor potencia económica de África, y los atentados se suceden a diario en los estados norteños del país: en lo que va de año, los yihadistas han asesinado a más de 3.000 personas, y la cifra asciende a 12.000 si nos remontamos a 2009.
Por último, en Somalia, Al Shabaab ha extendido su área de acción en los últimos años, y, aunque desde 2007 las fuerzas de la misión africana AMISOM están hostigando incesantemente a los yihadistas somalíes, estos siguen imponiendo el terror y la ley islámica en muchas zonas rurales, y todo apunta a que resistirán como una importante lacra para la seguridad regional.
(...)
Incremento de los conflictos armados
En África, los enfrentamientos violentos y la aparición de nuevos grupos armados no estatales han experimentado un alarmante ascenso. Aunque en la actualidad la gran mayoría son de carácter interno, todos tienen, como factor común, una importante repercusión desestabilizadora a nivel regional y una gran capacidad de contagiar la violencia a los países limítrofes. Detrás de todos ellos subyacen razones profundas, pero también otras más cercanas como la lucha por el poder, por la imposición del rigorismo islámico o por el control de los recursos naturales, y son capaces de poner en jaque a unos gobiernos débiles y sin fuerzas de seguridad eficaces. Y, en todos estos escenarios, despliegan hoy misiones internacionales de Naciones Unidas, de la Unión Africana y de la Unión Europea. Todos estos conflictos se producen fuera de los límites de la OTAN pero, como señala su Concepto Estratégico, pueden afectar a la seguridad aliada. Sin embargo, y como veremos más adelante, la presencia de operaciones aliadas en el continente africano es, por el momento, poco significativa.
Tropas francesas desplegadas en Mali en 2013 -Fotografía RT-
En Mali, la rebelión iniciada por los tuaregs junto con los grupos yihadistas (AQMI, MUYAO y Ansar Dine) en enero de 2012, junto con el posterior golpe de estado contra el poder central, hundieron al país en el caos y quebrantaron su integridad territorial. En la actualidad, gracias a la intervención francesa y a las operaciones militares internacionales, el país ha recuperado una cierta estabilidad, la integridad territorial y el orden constitucional.
Sin embargo, el repunte de la violencia yihadista y tuareg, junto con las continuas crisis políticas, amenazan con revertir todos los avances conseguidos hasta el momento. Por otro lado, en el Cuerno de África, el Gobierno Federal de Somalia se enfrenta a las continuas ofensivas yihadistas de Al Shabaab y a la piratería marítima en sus aguas territoriales; mientras que en la República Democrática del Congo, y a pesar del acuerdo de paz firmado con el movimiento rebelde M23 en diciembre de 2013, el lento proceso de desarme y desmovilización de todos los grupos armados no invita a imaginar un futuro pacífico y estable.
A estas situaciones se une que, en otros países africanos, se avivan los enfrentamientos sectarios y religiosos, lo que ha dado lugar a grandes matanzas y a desplazamientos forzados de millones de ciudadanos indefensos. Así, en Sudán del Sur, desde diciembre de 2013, la antigua rivalidad entre el presidente Salva Kiir y el ex vicepresidente Rieck Machar ha exacerbado el latente enfrentamiento tribal y está dinamitando la viabilidad del país más joven del mundo, independiente desde el 9 de julio de 2011. Y en el país vecino, la República Centroafricana, el golpe de Estado de Djotodia en marzo de 2013, al frente de los grupos rebeldes Seleka –de mayoría musulmana–, desató la violencia y la represión contra la población cristiana, principalmente en la capital Bangui. Como reacción, los antiguos grupos de autodefensa, se reorganizaron en las milicias “Anti Balaka” (anti machete, en la lengua local), que comenzaron a desplegar su venganza contra los Seleka y, por extensión, contra “todo lo musulmán”. Hoy, los enfrentamientos entre ambos se suceden por todo el país, y amenazan con partir en dos este convulso país africano.
(...)
El compromiso de España con África
Sin duda, el posicionamiento de España, con el apoyo de otros países aliados, ha sido determinante para que la OTAN mire, todavía sin la intensidad necesaria, hacia África: «Seguiremos insistiendo –afirmaba el ministro de Defensa Pedro Morenés – en que hay que prestar atención a todos los problemas estratégicos, en este caso de la OTAN, pero
fundamentalmente a los de más largo plazo, a los más endémicos, a los más difíciles de afrontar, que son los que provienen del sur».
Tropas españolas desplegadas en Mali, 2013 -Fotografía de El mundo-
La participación de tropas españolas en todas las misiones militares africanas de la Unión Europea, así como la iniciativa de elaborar –junto con Portugal– un plan de acción para hacer frente a la situación de inseguridad en el golfo de Guinea, constituyen hoy el principal garante del firme compromiso de España con el continente africano; y también, el argumento más sólido para persuadir a la OTAN de que es absolutamente necesario fortalecer, a través de una estrategia integral, la cooperación aliada con África.
Jesús Díez Alcalde
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