Inmersión en el prejuicio
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Inmersión en el prejuicio
Inmersión en el prejuicio
‘Tras la inmersión, lo que de verdad hay son prejuicios y falta de honestidad de una ideología que ve Cataluña bajo un prisma homogeneizador, típico de cualquier punto de vista nacionalista: un país, una lengua, una cultura, una identidad, un equipo de fútbol, un, un, un, etc. Y por supuesto un rechazo a aquello que es tomado como el referente a partir del cual reconocerse por oposición: España, y de ahí el idioma español visto como ‘el suyo’ y no como ‘también nuestro”Los índices de agresividad y patriotismo se han disparado en el catalanismo los últimos días. Los políticos nacionalistas amenazan con revuelta; Artur Mas ha dejado claro que de una forma u otra no obedecerán la sentencia, Oriol Pujol avisa de que se trata de un casus belli. Numerosos opinadores, desde sus medios de comunicación, aprovechan para arremeter contra su Gran Satán, todo aquello que consideran España. Unos y otros claman por un supuesto peligro contra la cohesión social, una posible desaparición del catalán y un cruel e innecesario ataque al que se estaría enfrentando Cataluña. La inflamación identitaria parece haber encontrado un fenomenal combustible. Se trata, explican, de la más noble causa: salvar a Cataluña.
Me preocupa que una parte de la sociedad catalana se deje llevar por la irracionalidad, el rechazo y el odio con el que están reaccionando una parte de su clase dirigente y de sus periodistas. Es siempre peligroso atizar un nacionalismo en una sociedad plural. Por ello quiero demostrar en este artículo, respondiendo a algunas preguntas, que si analizamos sin pasiones identitarias la problemática de la inmersión, podremos entender lo que hay de verdad detrás de ella y el porqué de tanto ruido.
1) ¿Qué tan terrible drama ha ocurrido? ¿De qué pretende el catalanismo salvarnos?
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), cansado de ver cómo se ignora la ley, ha dado un ultimátum: el castellano debe ser también lengua vehicular en un plazo máximo de dos meses. No ha dicho que el catalán deba dejar de serlo, sólo que el castellano también lo debe ser.
2) ¿Pero por qué la señora Rigau, consejera de Enseñanza, ha declarado que “no separaremos a los alumnos por razón de lengua”? ¿No es un riesgo social segregar a los alumnos?
Si se cumple la sentencia no se va a segregar a nadie. Es mentira. Se trata aquí de una vieja táctica cuyo objetivo es asustar al ciudadano de bien para así evitar que piense. Este ciudadano escucha las palabras “separación” o “segregación” y a su mente vienen enseguida otras como: “gueto, apartheid, división social”. Si todos los ciudadanos supieran que lo único que hay que hacer para cumplir la ley es dar una asignatura más en castellano, sin separar a nadie, los nacionalistas se quedarían solos. Lo saben así que intentan asustar mintiendo.
Es más, tiene más de segregación el modelo actual de atención individualizada para los alumnos cuyos padres piden que se les eduque en castellano que no lo que pide la sentencia del TSJC, que es enseñar en catalán y en castellano para todos igual sin separar a nadie.
3) ¿Pero entonces de qué horribles consecuencias parece ser el nacionalismo tan consciente? ¿Qué significa la sentencia del TSJC?
Lo único que significa es que la Generalidad debe utilizar el español también como lengua vehicular. Podría incluso utilizarse sólo en una asignatura más a la semana. Bastaría con eso para cumplir con la sentencia. Las consecuencias de tal cambio son varias, para nada traumáticas, sólo positivas:
a) El sistema educativo actual no ayuda a educar en la pluralidad catalana, ni siquiera ayuda a conocerla ya que se intenta tapar; ¿cómo va entonces a ayudar a respetarla? No todos los alumnos catalanes provienen de entornos castellanohablantes. Cataluña consta de amplias zonas de interior mayoritariamente catalanohablantes. Para aquellos que viven en tales zonas, un sistema en el que se enseñe también en español será un aliciente enriquecedor, un estímulo para apreciar positivamente la complejidad de la sociedad en la que viven y que algunos pueden sentir ahora como extraña cuando se encuentran con ella.
Más importante todavía; estaremos en mejores condiciones de evitar el aislamiento respecto a la realidad social catalana de aquellos que por convicciones ideológicas identitarias la rechazan en su bilingüismo, vivan donde vivan en Cataluña. Obviamente esta visión abierta y plural es un desafío a los postulados identitario/lingüísticos intolerantes del catalanismo que no acepta que los catalanes cuando hablan en castellano siguen siendo catalanes. Igual de catalanes que cuando hablan en catalán. Pero en una sociedad bilingüe y respetuosa con su pluralidad, no tendría sentido poner esto en duda.
b) El nivel de catalán no se resentiría por dar una materia más en castellano, ni siquiera por dar dos. Castellano y catalán no son idiomas tan diferentes como para que hacer 24 horas o incluso 21 horas en catalán en vez de 27 (de las 30 lectivas semanales en Secundaria, por ejemplo) se convierta en un perjuicio para el aprendizaje del catalán. Al contrario, en amplias zonas de Cataluña donde el español es minoritario pasar de hacer 3 horas a 6 ó 9 a la semana sí podría significar una mejora para aquellos alumnos que no consumen productos audiovisuales o literarios en español o que no se relacionan con personas castellanohablantes y no tienen suficiente contacto con esta lengua.
c) Arrinconar una lengua que es la primera lengua de la mayor parte de los alumnos catalanes no tiene nada de pedagógico. Que sólo se estudien 3 horas a la semana de 30 responde a una voluntad ideológica. No se resentiría el nivel de catalán por dar alguna materia más en español y sin embargo se cambiaría un tabú político por una idea más respetuosa: el castellano también vale para todo en Cataluña. Digo bien, tabú político puesto que al haber ya profesores dando clase en castellano no se trata siquiera de un tabú educativo.
Marginar una lengua que es propia del alumnado no es educativo ni enriquecedor, de hecho, el objetivo evidentemente no es que la conceptualicen como propia y como válida. Sino todo lo contrario. ¿Y por qué se busca esto? Porque los legisladores nacionalistas buscan un efecto político con la inmersión: dejarle claro al alumno quién manda aquí, es decir cuál es la lengua de la autoridad, del poder, mostrarle que hay dos lenguas pero una es la lengua. Esto no ocurre sólo en la enseñanza: a los Mossos d’Esquadra se les obliga a expresarse en catalán de forma preferente o se multa a los comerciantes que no rotulen al menos en catalán. El catalán es nuestro ADN según nos dijo un presidente de la Generalidad, ‘la lengua propia’ según el Estatuto de Autonomía, la única que nos ‘singulariza como pueblo’ ante el mundo, según la Ley de Política Lingüística de 1998, y un largo etcétera. Al final, la teoría y su práctica legal se reducen a esto: A Catalunya en català. Por suerte todavía hay gente en el catalanismo que se queda sin palabras cuando se les recuerda cuánto se parece esa frase a la vieja: En España en español.
4) Los defensores de la inmersión suelen hacer esta pregunta: ¿por qué cambiar el modelo actual si funciona bien?
Esa pregunta encierra una verdadera ironía: al haber una minoría de profesores de Secundaria que ya da sus clases en castellano, si la Generalidad obedeciera la sentencia del TSJC, no haría algo demasiado diferente de lo que ya ocurre en la realidad y que hace, según la propia Administración autonómica, que el modelo funcione tan bien. Pero este es un dato, otro más, sobre el que no interesa que los ciudadanos piensen por parte de los que están en el poder en la Generalidad.
Ahora bien, en relación con esto hay algo mucho más importante sobre lo que reflexionar. Soy profesor sustituto del departamento de Enseñanza y he estado trabajando como profesor en institutos catalanes durante los últimos cuatro cursos con algunos compañeros que daban sus clases en castellano. Yo mismo lo he hecho en ocasiones. Pero no siempre es cómodo, estás bajo riesgo constante de denuncia por parte de algún compañero. Sabes que puede venir tu jefe de estudios, u otra persona de dirección a pedirte que hagas las clases en catalán y que te puede amenazar con una denuncia a la inspección educativa de la Generalidad. Hasta la presente sentencia del TSJC eso podía significar una fuente de conflicto laboral constante y una posible pérdida de trabajo. Ya veremos qué pasa de ahora en adelante, todo dependerá de cómo se resuelva este debate.
He visto a bastantes profesores cambiar al catalán al ver aproximarse a un miembro de la dirección del centro mientras daban la clase o cuando hablaban con los alumnos en cualquier lugar del centro. Yo mismo he sentido ese miedo lingüístico. En algunos institutos no hay ningún problema. Pero en otros sí. Allí el temor a quedar arrinconado y enemistado con otros compañeros, algunos altamente fanatizados en su visión homogénea y catalanista, y el miedo a acabar perdiendo el trabajo, mi pasión, me han llevado a autocensurarme drásticamente en el uso del español. Leer esto hará felices a algunos nacionalistas, pero desde la ética democrática es inaceptable. No quiero que ningún profesor vuelva a sentir ese miedo a ser escuchado por alguien que pasa por el pasillo. No quiero que nadie sienta que vive bajo ningún tipo de totalitarismo.
5) En general, los defensores de la inmersión niegan, de cara al público, que ésta busque un efecto político y aseguran que es necesaria y que por tanto permanecerá en el futuro. Sin sentencias de por medio no la cambiarían nunca… ¿No?
Creo que dentro de no mucho tiempo los propios defensores de la inmersión en la Generalidad tomarán una decisión que acabará con ella y mostrará, todavía más, cuánto de político/identitario tiene el sistema actual. El nivel de inglés de nuestros alumnos nos da la clave.
Llegará un día en que tengan que aceptar dar asignaturas en inglés, además de inglés, para subir el inaceptable nivel que tienen nuestros alumnos. Entonces lo harán en todas partes (ya se hace en algunos institutos por toda España incluida Cataluña) y no verán mayor problema en dejar de dar materias en catalán. Seguramente habrá que esperar a que esto se haga de forma obligatoria y con éxito en otras CCAA y el nivel de sus alumnos en inglés sea superior al de los catalanes. Entonces no quedará otra opción, como sociedad, si no nos queremos quedar atrás.
Cuando haya que enseñar sociales, matemáticas o química en inglés y los nacionalistas no se quejen por las supuestas terribles consecuencias a que aluden ahora para negarle una sola asignatura al castellano, podremos ver que la inmersión obligatoria en catalán y su defensa dramática actual frente a la sentencia del TSJC no es más que puro rechazo al español por motivos ideológico/identitarios. Porque el problema sólo existe cuando se trata del español no del inglés, ni siquiera del francés (la Consejería de Enseñanza aprobó a finales de 2010 permitir enseñar en francés como lengua vehicular durante el Bachillerato en aquellos centros que así lo deseen).
Y entonces se verá que toda esta oposición no tiene nada que ver con la cohesión social, con el nivel de catalán o con el nivel de español y catalán y que sólo se trata de una ficha más en un proyecto identitario de construcción nacional (como el Estatuto, gran parte de la normalización lingüística, el intento de politización del Barça, etc). Pero un proyecto hipócrita. Tan hipócrita que los dos últimos presidentes de la Generalidad, a la hora de la verdad pagan para que sus hijos no se sometan a la inmersión en catalán y vayan al Liceo Francés (Artur Mas) o a la escuela alemana (José Montilla). Allí hay inmersión en francés o en alemán, no en catalán. Sus hijos no representan un peligro para la cohesión social, ni tendrán problemas con el catalán. Otra prueba más para demostrar que lo que busca la inmersión no es tanto que todos los alumnos aprendan en catalán como que sobre todo no lo hagan en español.
Tras la inmersión, lo que de verdad hay son prejuicios y falta de honestidad de una ideología que ve Cataluña bajo un prisma homogeneizador, típico de cualquier punto de vista nacionalista: un país, una lengua, una cultura, una identidad, un equipo de fútbol, un, un, un, etc. Y por supuesto un rechazo a aquello que es tomado como el referente a partir del cual reconocerse por oposición: España, y de ahí el idioma español visto como el suyo y no como también nuestro.
Los prejuicios jamás han ayudado a una sociedad porque su irracionalidad tiene un gran potencial para la visceralidad, la manipulación deshonesta y el rechazo al otro. Exactamente lo que está mostrando gran parte de la reacción contraria a la sentencia. En realidad más que ante una inmersión lingüística y su defensa estamos ante una inmersión en el prejuicio. Ese es el origen de la inmersión.
Víctor Francisco Bermúdez es profesor de Secundaria en la enseñanza pública catalana
La Voz de Barcelona
Pako- Cantidad de envíos : 4865
Fecha de inscripción : 08/04/2009
Re: Inmersión en el prejuicio
+1 al artículo
+1000 al profesor que ha tenido la valentía de publicar esto, máxime cuando aún no tiene plaza fija (pone en el artículo que es sustituto).
+1000 al profesor que ha tenido la valentía de publicar esto, máxime cuando aún no tiene plaza fija (pone en el artículo que es sustituto).
Araxe- Cantidad de envíos : 3112
Fecha de inscripción : 04/01/2009
Edad : 39
Localización : Madrid
Re: Inmersión en el prejuicio
Araxe escribió:+1 al artículo
+1000 al profesor que ha tenido la valentía de publicar esto, máxime cuando aún no tiene plaza fija (pone en el artículo que es sustituto).
A éste pobre hombre la administración de CiU lo va a despedir seguro, quizá usando la mísma excusa que emplea Esperanza Aguirre para despedir a los profesores interinos en Madrid.
El Estudiante.- Cantidad de envíos : 7677
Fecha de inscripción : 12/05/2009
Localización : Por la sierra.
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