La legitimación mediante el vocabulario de lo supuestamente necesario o inevitable. Sobre marxistas y conservadores de todos los partidos
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La legitimación mediante el vocabulario de lo supuestamente necesario o inevitable. Sobre marxistas y conservadores de todos los partidos
Durante muchísimo tiempo se ha atacado a los marxistas con el argumento de que creían en el determinismo económico. Pero parece que los deterministas no son sólamente los marxistas, sino que ahora se descubren alumnos aventajados de la cosa, la gran mayoría de la clase dirigente política y el "establishment" económico. Digo esto por la terquedad en los mensajes que apuntan a la necesidad imperiosa de reducir el déficit público urgentemente. En ese sentido, todos los gobiernos europeos, a diferentes niveles según lo cuidadosos o desplifarradores que hayan sido con los dineros públicos, se afanan en transmitir el mismo mensaje: es necesario reducir el déficit público para cumplir lo previsto en el Plan de Estabilidad en los próximos tres años (reducirlo a un 3 por 100 del PIB).
"Es necesario", dicen. Pero es que la austeridad no es ni "necesaria" ni "inevitable". Implantar medidas de austeridad es el resultado de una elección, de un juicio de valor que lleva a adoptar decisiones en un determinado sentido: ¿debemos implantar medidas de austeridad para reducir el déficit poniendo en riesgo el crecimiento económico para aplacar a los mercados o, por el contrario, deberíamos continuar estimulando la economía hasta que el crecimiento económico sea una realidad tangible y los niveles de desempleo se hayan reducido de forma importante?
En esas estamos ahora mismo y ese es el gran debate de estos meses a nivel europeo. El pensamiento político y económico dominante nos dice que la única alternativa, y la correcta, es la primera: reducir el déficit a niveles inferiores al 3 por 100.
(Jordi Sevilla, por cierto, en sus columnas dominicales en "El Mundo" discrepa también del pensamiento dominante)
Y, esto es lo que ahora me importa más, la propaganda más o menos oficial se afana en intentar convencernos de que los gobiernos europeos (también el español, de los primeros en la lista de los derrochadores del club) están actuando correctamente en su afán de reducir los déficits públicos. Pero haber optado por este camino, no significa que no hubiese otros caminos diferentes, que no hubiese (que no haya) alternativas.
Samuel Brittan, uno de los más respetados comentaristas del Financial Times, escribía al respecto lo siguiente en una de sus columnas, publicada el pasado día 18 de junio:
"The trick of the British establishment is to turn discussion from "whether to" into "how to" questions. The media debate is on which government services to cut or on the balance between spending cuts and tax increases. Once the discussion has been channelled into these trenches the establishment has won. The real argument, however, should be on whether we need unparalleled fiscal austerity or not. "
Enlace
(3º párrafo)
Es curioso este mundo de necios. Volviendo al principio, también los marxistas han sido eternamente acusados (y con razón) de intentar diseñar la sociedad "ideal" desde un laboratorio por ingenieros sociales (funcionarios del partido único), que supuestamente poseían una especie de conocimiento superior que se nos escapaba al resto de mortales. Pues bien, ese mismo comportamiento es el que observo en nuestra clase dirigente, tan alejada, se supone, de veleidades marxistas. Los "ingenieros sociales" que están al frente de nuestras sociedades hablan y actúan como si poseyesen también ese conocimiento superior que les hace estar por encima de los demás, y que les permite decir si una cosa es "necesaria" o presentar una decisión que han tomado como si fuese "la única alternativa".
Pero es que ese supuesto conocimiento "superior" sencillamente no existe. Es simplemente una excusa para esconder la detentación o el ejercicio que hacen de su poder. La utlización del lenguaje de la "necesidad" o de la no existencia de alternativas es sólo un medio, una manera, de legitimar su poder, un intento de sacralizar lo que de por sí es cuestionable o, cuando menos, polémico.
Es también un medio por el cual las élites que controlan el poder se colocan automáticamente en un escalón superior al de sus posibles oponentes. Si nos intentasen convencer de que la "única alternativa", lo "necesario", era implantar ahora planes de choque de austeridad, eso significa, casi por definición, la necesidad de abrir un debate entre ellos y sus posibles oponentes y la necesidad de convencer. Utilizando el lenguaje de "lo inevitable", se evita justamente ese debate, dando por sentado que quien expone de esa manera las decisiones tomadas, ha sido capaz de descubrir unas leyes económicas casi sagradas que los demás no han (hemos) sido capaces de discernir. Quizá, apunto, porque tales leyes sagradas no existen.
Pero es que, además, esa manera de pensar y actuar nos lleva a la fuerza a la necesidad de plantearnos otra pregunta: ¿por qué las élites que detentan el poder buscan o necesitan una especie de legitimación adicional a la que otorga haber vencido en las urnas? ¿Quizá es que perciben que el mandato que les otorga nuestras democracias no es suficiente?
Saludos desde una barca anclada en playas afines al liberalismo progresista.
"Es necesario", dicen. Pero es que la austeridad no es ni "necesaria" ni "inevitable". Implantar medidas de austeridad es el resultado de una elección, de un juicio de valor que lleva a adoptar decisiones en un determinado sentido: ¿debemos implantar medidas de austeridad para reducir el déficit poniendo en riesgo el crecimiento económico para aplacar a los mercados o, por el contrario, deberíamos continuar estimulando la economía hasta que el crecimiento económico sea una realidad tangible y los niveles de desempleo se hayan reducido de forma importante?
En esas estamos ahora mismo y ese es el gran debate de estos meses a nivel europeo. El pensamiento político y económico dominante nos dice que la única alternativa, y la correcta, es la primera: reducir el déficit a niveles inferiores al 3 por 100.
(Jordi Sevilla, por cierto, en sus columnas dominicales en "El Mundo" discrepa también del pensamiento dominante)
Y, esto es lo que ahora me importa más, la propaganda más o menos oficial se afana en intentar convencernos de que los gobiernos europeos (también el español, de los primeros en la lista de los derrochadores del club) están actuando correctamente en su afán de reducir los déficits públicos. Pero haber optado por este camino, no significa que no hubiese otros caminos diferentes, que no hubiese (que no haya) alternativas.
Samuel Brittan, uno de los más respetados comentaristas del Financial Times, escribía al respecto lo siguiente en una de sus columnas, publicada el pasado día 18 de junio:
"The trick of the British establishment is to turn discussion from "whether to" into "how to" questions. The media debate is on which government services to cut or on the balance between spending cuts and tax increases. Once the discussion has been channelled into these trenches the establishment has won. The real argument, however, should be on whether we need unparalleled fiscal austerity or not. "
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(3º párrafo)
Es curioso este mundo de necios. Volviendo al principio, también los marxistas han sido eternamente acusados (y con razón) de intentar diseñar la sociedad "ideal" desde un laboratorio por ingenieros sociales (funcionarios del partido único), que supuestamente poseían una especie de conocimiento superior que se nos escapaba al resto de mortales. Pues bien, ese mismo comportamiento es el que observo en nuestra clase dirigente, tan alejada, se supone, de veleidades marxistas. Los "ingenieros sociales" que están al frente de nuestras sociedades hablan y actúan como si poseyesen también ese conocimiento superior que les hace estar por encima de los demás, y que les permite decir si una cosa es "necesaria" o presentar una decisión que han tomado como si fuese "la única alternativa".
Pero es que ese supuesto conocimiento "superior" sencillamente no existe. Es simplemente una excusa para esconder la detentación o el ejercicio que hacen de su poder. La utlización del lenguaje de la "necesidad" o de la no existencia de alternativas es sólo un medio, una manera, de legitimar su poder, un intento de sacralizar lo que de por sí es cuestionable o, cuando menos, polémico.
Es también un medio por el cual las élites que controlan el poder se colocan automáticamente en un escalón superior al de sus posibles oponentes. Si nos intentasen convencer de que la "única alternativa", lo "necesario", era implantar ahora planes de choque de austeridad, eso significa, casi por definición, la necesidad de abrir un debate entre ellos y sus posibles oponentes y la necesidad de convencer. Utilizando el lenguaje de "lo inevitable", se evita justamente ese debate, dando por sentado que quien expone de esa manera las decisiones tomadas, ha sido capaz de descubrir unas leyes económicas casi sagradas que los demás no han (hemos) sido capaces de discernir. Quizá, apunto, porque tales leyes sagradas no existen.
Pero es que, además, esa manera de pensar y actuar nos lleva a la fuerza a la necesidad de plantearnos otra pregunta: ¿por qué las élites que detentan el poder buscan o necesitan una especie de legitimación adicional a la que otorga haber vencido en las urnas? ¿Quizá es que perciben que el mandato que les otorga nuestras democracias no es suficiente?
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skye- Cantidad de envíos : 1134
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